La Violencia Doméstica y la Inmigración

By Lyn Twyman, sobreviviente y fundadora de www.couragenetwork.com

Yo tenía 5 años cuando escuché una de las frecuentes discusiones de mis padres terminar con el sonido fuerte de una bofetada.  Yo acababa de entrar a la casa tras haberme bajado del bus de la escuela que me dejó en frente de mi casa tras haber terminado mi día en kindergarten para entrar a los grandes gritos y discusiones de mis padres, algo a lo que desafortunadamente ya me había acostumbrado. Pueden imaginarse que mi padre media fácilmente más de 6 pies de altura y le vociferaba a todo volumen a mi madre que ni siquiera medía 5 pies.  Con frustración e ira mi padre le pegó una bofetada a mi mamá, dejando marcada la silueta roja de su mano en la mejilla izquierda de la bella cara asiática de ella.  Esta fue la primera vez que yo vi la expresión de resentimiento y odio en la cara de mi mamá por todo lo que había conducido a aquel momento. Ese acto de violencia destruyó la fachada que mis padres habían construido para ocultarme la verdad: que su matrimonio era una farsa y que no funcionaba. La relación de ellos tenía problemas serios y después de lo que pasó mis ojos quedaron bien abiertos para poderlo ver. Más tarde comprendí que gran cantidad del abuso psicológico y emocional que tuvo lugar en la relación entre mis padres fue dirigido solamente hacia mi.

Mi padre era un norteamericano del sur del país quien había sido víctima del abuso y la negligencia de un padre alcohólico que carecía de toda emoción que no fueran la ira y la depresión que el alcohol despertaba.  Mi madre, la mayor de entre sus hermanos, fue criada en la pobreza del tercer mundo por una madre extremadamente controladora. En 1977 mi madre comenzó a recibir cartas de mi padre quien estaba escribiendo como un amigo por correspondencia.  Ella se enamoró de la idea de un hombre que nunca había conocido, un hombre que había prometido cuidar de ella y darle una vida mejor, lo que excedía cualquier expectación que ella pudiera haber jamás tenido.  Como un año más tarde, cuando mi madre tenía 23 años, vino a vivir a los Estados Unidos.

El hombre que le había dicho palabras tan bellas por escrito no se le parecía al hombre que mi madre conoció al llegar a los EE. UU. y en menos de un mes el cuento de hadas se había terminado. La dura realidad de la decepción, la falta de respeto y la obsesión con cada movimiento de mi madre se volvieron demasiado para poderlo soportar. Mi madre, sin embargo, tenía miedo de dejar a mi padre debido a la violencia doméstica que estaba teniendo lugar.  Mi padre, un hombre atormentado con trastornos de la personalidad, admitiría años más tarde que su elección de casarse con mi madre fue debido a la gran “obediencia” que mujeres como ella le muestran a su esposo y que esto le daría la oportunidad de poderle “enseñar” a convertirse en la persona que él quisiera.

Desafortunadamente la historia de mis padres no es única. Tiene muchas cosas similares a las historias de muchos/as inmigrantes que se encuentran en relaciones donde la violencia doméstica está presente.  Algo que sin embargo se repite en todas estas relaciones, como en muchos casos de violencia doméstica, es que hay una persona que busca tener el control sobre la otra persona a la que considera más débil.

Mujeres y hombres han compartido conmigo sus experiencias individuales y las de otras personas inmigrantes que conocen, las cuales estuvieron involucradas en relaciones donde sufrieron la violencia doméstica. Pronto empecé a encontrar similitudes en las historias que escuchaba:

  • Las víctimas tenían poco contacto con personas que no fueran su pareja o vivían totalmente aisladas.
  • Con el tiempo la persona abusiva les había hecho sentirse avergonzadas de su propio idioma y su propia cultura.
  • La comunicación con su familias en su país de origen había disminuido con el tiempo.
  • La persona abusiva estaba en control de sus finanzas.
  • La persona abusiva amenazaba con hacer que fuera deportada o con quitarles a los hijos si daban la más mínima señal de que iban a pelear o a escaparse.

Muchas de estas historias también me habían empezado a parecer conocidas pues me había dado cuenta de que mi madre también había enfrentado problemas similares con mi padre.

 

Ayuda para Inmigrantes

Las personas inmigrantes que tienen que lidiar con violencia doméstica se enfrentan a retos diferentes de los que tienen que enfrentar otras personas que viven a su alrededor debido a las barreras del lenguaje y la cultura.  Las personas inmigrantes que son víctimas de la violencia doméstica tienen derechos legales que pueden ayudarlas a protegerse del abuso, ya si están en el proceso de esperar por su ciudadanía o si se están tratando de acoger al estatus de inmigrantes refugiados.  Existen organizaciones como la Asociación Americana de Abogados de Inmigración (American Immigration Lawyers Association), el Proyecto Nacional de Inmigración (The National Immigration Project), El Centro Tahirih de Justicia (The Tahirih Justice Center), la Ley para Mujeres (WomensLaw.org) y, sobre todo, organizaciones como el Centro de Recursos Legales para Personas de Asia y del Pacífico (The Asian Pacific American Legal Resource Center), que pueden ayudar con servicios directos o remitiendo a la persona a servicios de ayuda a bajo costo o de manera gratuita.  Es importante que las personas inmigrantes que son víctimas puedan recibir la ayuda de intercesores calificados que las apoyen y orienten sobre los pasos adecuados que necesitan dar para que ni ellas ni sus hijos se encuentren en peligro, aunque el abuso que estén sufriendo no sea físico.  En el siguiente enlace puedes hallar otra fuente importante de información sobre un número considerable de servicios:  http://www.aardvarc.org/dv/immigration.shtml. En esta página web se habla con más profundidad sobre estos temas, cubriendo los aspectos relacionados al proceso de inmigración.  También la Ley Contra la Violencia a la Mujer (VAWA) hace posible una persona que está casada con un ciudadano americano, y sus hijos, puedan solicitar directamente su residencia legal permanente (sin necesidad de tener el consentimiento de la persona abusiva). VAWA también hace posible que algunas personas inmigrantes que han sido maltratadas puedan solicitar ayuda de inmigración para que puedan conseguir su seguridad e independencia de la persona que les abusa, sin necesidad de que su pareja abusiva les ayude o ni siquiera tenga que saberlo.

La violencia doméstica está mal, punto. La nacionalidad de una persona no la exime del dolor físico y emocional que inflige la violencia doméstica. La mejor manera de combatirla es recordando las señales que alertan sobre el abuso, manteniéndose informados sobre este problema, crear conciencia sobre el mismo, recomendarle a nuestro sistema federal de inmigración que haga leyes más fuertes y que distribuya materiales para educar sobre la violencia y el abuso, elaborándolos en múltiples lenguajes para que estén a disposición de toda persona que pase por sus oficinas, así como en las páginas web de inmigración.

Me entusiasma todo el trabajo que se ha hecho con respecto a este tema si lo comparamos con la época en que mi mamá llegó como inmigrante. Pero aún hay mucho trabajo para divulgar  más información sobre este problema.  Si observas en alguien indicios de que esta persona podría estar siendo abusada, ofrécele de manera confidencial las fuentes de recursos a donde puede dirigirse para obtener ayuda.  Te sorprendería ver cuán lejos puede llegar un poquito de información y una rebanada de humanidad al ayudar a salvar una vida y dirigir a alguien a encontrar su nueva libertad, esperanza y una vida verdaderamente mejor.

Couragenetwork.com es una comunidad online de intercesores y organizaciones contra la violencia doméstica cuya meta es reunir a organizaciones, intercesores e individuos a nivel mundial.